Marina nos trajo una especie de libro hecho de tarjetas con preguntas, que también tenían las respuestas.
Eran muchísimas -cuatrocientas- y nos planteó una. Algunas preguntas eran fáciles y otras no tanto. A mi me encantó la que nos leyó; era una de las más fáciles -o eso parecía-.
Algunas preguntas tenían trampa pero, por suerte, la trampa era pequeña.
Las letras eran de tamaño minúsculo; por eso cabían unas veinte preguntas y otras veinte respuestas por tarjeta. En una había tantas preguntas que no te las podías ni imaginar. Ojalá la tuviera yo porque me encanta.
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